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El fulgor de las Neurociencias en la Complejidad

  • Foto del escritor: Complexus
    Complexus
  • 15 jul 2019
  • 3 Min. de lectura


Las neurociencias son el producto histórico del saber humano aplicado al estudio profundo y especializado del cerebro.


El camino que han transcurrido las diferentes ciencias y disciplinas hacia las fronteras misteriosas de exploración del cerebro humano no ha sido corto ni casual. En todo caso las reflexiones más destacadas sobre la naturaleza humana siempre han tenido algún tipo de referencia a las facultades poco conocidas del cerebro.


Somos una especie en constante evolución, y por tanto inacabada en su diseño natural. En este contexto todo lo inherente a nuestra propia existencia está en proceso de descubrimiento.


Los viejos debates filosóficos sobre el origen y naturaleza del conocimiento siempre supusieron una idea implícita de racionalidad en el pensamiento humano, sin embargo las neurociencias han aportado suficientes insumos en los últimos 30 años que prueban que existe un carácter subconsciente en gran parte de las funciones de la mente humana.


En la epistemología clásica subyacen aun remolinos que marcan la dicotomía mente-materia, lo cual también se representa en la dualidad pensamiento-cerebro, como si ambas cosas fueran posible de entender como unidades separadas en un universo ontológico.


La confrontación sujeto-objeto en el marco conceptual del pensamiento y la materia son puntos gnoseológicamente indisolubles en el campo de estudio de las neurociencias, por ello el cerebro humano es considerado en este contexto una pieza esencial inscrita en el mural multicolor de la Complejidad.




Desde la emergencia de las neurociencias como saber formalizado en nuestro siglo, estas han hecho grandes aportes a la construcción colectiva de la Complejidad, por ejemplo abordando las cualidades transversales de las estructuras cerebrales y los sistemas que las sostienen.


Un cerebro humano, según el eminente neurocientifico portugués Antonio Damasio es una unidad biológica, en cuanto constituye pieza fundamental de la vida, pero a la vez es una unidad superior de procesamiento de información que guía nuestras conexiones con el medio ambiente.


Al mismo tiempo este órgano es rector material de todas nuestras facultades psicológicas, un sistema eléctrico que redistribuye energía por todo el organismo, así como un transmisor/receptor que define la comunicación humana, y a la vez la base neurológica del comportamiento social y los procesos que hacen posible al ser humano desarrollar una vida en colectividad.


En el cerebro la Complejidad toma forma desde la existencia de la neurona hasta los sistemas integrados que rigen el pensamiento, las emociones, los procesos fisiológicos y la conducta humana.


Resulta imposible actualmente entender la dinámica cerebral y sus implicaciones en el comportamiento humano desde un enfoque reduccionista y cartesiano, pues el complejo entramado que hace al ser humano una unidad biológica y social al mismo tiempo supera los límites históricos definidos por las ciencias de la vida (Biología, Medicina, Química y Bioquímica, Fisiología, Neurología, etc.) y las ciencias del comportamiento (Psicología, Sociología, Antropología, Derecho, etc.).




Las Neurociencias surgieron como una respuesta a esta cualidad compleja emergente del ser humano, y es así que, desde el caos y la incertidumbre se pueden trazar líneas referenciales válidas para entender el carácter multidimensional de nuestra existencia.


La Complejidad ha parido a las Neurociencias por necesidad a muchas respuestas inconclusas, pero a la vez las Neurociencias han pasado a convertirse en un alimento nutritivo de la Complejidad, tanto en cuanto siguen aportando evidencias que demuestran que el ser humano es más que una suma de órganos, más que puras interacciones sociales y más que actividad cognitiva consciente.


En los turbulentos senderos de la Complejidad las Neurociencias explican, por ejemplo el papel de una neurona, -simple y sin identidad alguna- en los procesos de formación de la memoria, las habilidades motrices de los grandes deportistas y artistas, la genialidad de los autistas, las obras maestras de algunas civilizaciones y el carácter distintivo de las culturas.


De allí entendemos que, la Complejidad sigue siendo un gran paraguas que continua abriéndose y las Neurociencias solo una manifestación de este Universo en constante construcción, rebelde y desafiante con las tradiciones científicas y las posturas intelectuales más conservadoras de nuestra especie.


Autor: Dany Jiménez

 
 
 

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