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La Complejidad en la historia del pensamiento científico

  • Foto del escritor: Complexus
    Complexus
  • 15 jul 2019
  • 4 Min. de lectura


El hecho que la Complejidad como paradigma emergente sea un tema de debate actual no excluye la existencia misma de ella en la historia del pensamiento científico.

Si bien la Complejidad es algo inherente a la naturaleza de las cosas, el pensamiento científico recorrió caminos ajenos a su reconocimiento formal, por ello no fue inscrita en la agenda de los grandes pensadores de la humanidad hasta que la Ciencia se hizo cargo de visibilizarla.

Ya en tiempos remotos como la antigua Grecia se hablaba de la imposibilidad del conocimiento absoluto de las cosas, sin embargo la linealidad de la evolución humana fue arrastrada por la linealidad de la evolución científica.

La humanidad se empeñó en descubrir el mundo por la fuerza del intelecto, sin embargo el intelecto es solo una parte de las capacidades naturales de acceso al conocimiento. Por esta vía en el siglo XVII René Descartes (Renatus Cartesius) puso a prueba la razón humana inaugurando un método de análisis, blindado un siglo después por Newton que se conoce actualmente como paradigma cartesiano-newtoniano.




La Primera Revolución Industrial da inicios en la segunda mitad del siglo XVIII y se extiende hasta mediados del siglo XIX. Durante este periodo la transición de un modelo de sociedad basado en la agricultura y el comercio da paso a otro revestido de concentración demográfica urbana y un proceso de formación industrial del tejido económico de la época. Estos cambios fueron el dulce fruto de los avances científicos traducidos en tecnologías de mecanización paridas del paradigma cartesiano-newtoniano.

De la revolución del vapor y los ferrocarriles a la revolución de la energía fósil y nuclear, los transportes y la organización empresarial, la segunda revolución industrial construye una sociedad globalizada: la primera de su tipo en la historia humana.

Esta arquitectura del crecimiento y organización de la sociedad era sustentada en el pensamiento lineal, en la fragmentación de la realidad para crear un conocimiento especializado.

El pensamiento científico en la segunda revolución industrial (1830 a 1914) mantuvo el cartesianismo como faro guía de evolución, sin embargo entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX la ciencia lineal es sometida a prueba y pierde algunas batallas. He aquí que la humanidad descubre que los fenómenos naturales y sociales son mucho más que las partes que se investigan.

Los fenómenos onda/partícula de la luz entraron en el debate científico durante el siglo XIX, pero no fue hasta principios del siglo XX cuando el efecto fotoeléctrico bien explicado por Albert Einstein quitó el velo al misterio y se conoció el carácter complejo de la luz.

El efecto fotoeléctrico solo reafirmó lo que la mecánica cuántica ya había profetizado; que la naturaleza no sigue un orden lineal y que la estructura de la existencia misma no puede ser reducida a partes aisladas si se pretende conocer la naturaleza de las cosas.




Aquí la Complejidad en las ciencias naturales se ponía de manifiesto sin pedir permiso. Por su parte, las ciencias sociales comenzaban a virar hacia ideas más integradoras, cargadas de fuertes dosis de escepticismo movidos por el imán de la incertidumbre.

Los descubrimientos más profundos del cosmos, el código genético humano y la intimidad del espacio subatómico mostraron el carácter complejo del Universo y la Naturaleza.

En la segunda mitad del siglo XX la humanidad da un salto de gigante en el desarrollo tecnológico de las comunicaciones y una nueva revolución energética perfila su rostro.

Los principales exponentes del pensamiento social retoman elementos puntuales de la filosofía de la sospecha adaptados al modelo de sociedad del siglo XX. En este contexto los cimientos de la verdad racionalista fueron sacudidos por la emergencia de un nuevo Hombre, nacido y formado en el fuego de las grandes crisis que devinieron luego de la primera y segunda guerra mundial.

El pensamiento científico se vuelve cada vez más sensible a la naturaleza compleja de las cosas, y en el campo de las ciencias sociales comienzan a tomar forma propuestas convergentes con modelos sistémicos.

La teoría de sistemas en la perspectiva de Bertalanffy y Von Foerster, los aportes de Norbert Weiner en la Cibernética y la causalidad circular, el desarrollo de la teoría moderna de la comunicación, la idea de Autopoiesis en los sistemas naturales y el enfoque auto-computante del acto de conocer planteado por Edgar Morin son algunos de los avances más importantes en el desarrollo del paradigma emergente de la Complejidad.

Gracias a la tercera revolución industrial la inteligencia artificial está dando pruebas de la emergencia de fenómenos complejos que modelan la ciencia humana. Morin destaca aquello añadiendo la transdisciplinariedad como un rasgo distintivo de la Complejidad en el siglo XXI.



Los tiempos actuales han sido fiel testimonio de la crisis del modelo evolutivo lineal y el paradigma cartesiano en diferentes aspectos, sin embargo la Complejidad no es algo que se pueda entender como un libreto en la forma de pensar que sustituye a otro, pues, en palabras de Morin la Complejidad es algo inacabado, en permanente construcción que pretende arreglar lo que se descompuso hace casi cinco siglos.

La Complejidad se hará más evidente en el pensamiento formal en la medida que los avances científicos y el desarrollo tecnológico ofrezcan nuevas perspectivas integradoras de las disciplinas. Por su lado, el pensamiento social correrá en simultáneo a las nuevas tendencias de auto-organización que exhiba el modelo de sociedad en curso.

La Complejidad es una aventura y ésta apenas ha comenzado.


Autor: Dany Jiménez

 
 
 

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